Los estadounidenses irán a las urnas el 8 de noviembre para elegir un tercio del Senado y todos los escaños (340+) de la Cámara de Representantes en el Congreso. Mientras Trump afirma que “el peligro para la democracia proviene de la izquierda radical”, Biden promete que luchará contra quienes buscan invalidar “la libertad de votar y que el voto sea contado”.

El ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, marcó una violenta escalada de la narrativa de “negación de las elecciones”. 

Aun hoy, Donald Trump, sigue pidiendo “nuevas elecciones”.  Esto a pesar de que una investigación de los abogados electorales republicanos concluye que las elecciones “se perdieron, no fueron robadas”. Su informe también advierte que los estadounidenses “perderemos nuestra democracia” si “pierden la confianza en que nuestras elecciones son libres y justas.”

Así, la narrativa del “gran robo” se ha convertido en la corriente principal dentro del campo conservador. De hecho, Trump la ha convertido en obligatoria para los candidatos que buscan su apoyo.

Los republicanos “MAGA” (Make America Great Again) de Donald Trump están tratando de colocar a sus simpatizantes en cargos decisivos antes de las elecciones presidenciales de 2024. Si tienen éxito, aquellos que declaren validos los resultados de los próximos comicios presidenciales en Estados Unidos, podrían importar más que los candidatos que eligen los estadounidenses.

Por ejemplo, en el encuentro anual de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) de los republicanos en Texas, la derechista Kari Lake llegó a decir que “Dios” la había elegido como gobernadora y que no “cree ni por un segundo que Dios cometa errores.” Esta es solo la última de varias insinuaciones de que es probable que siga el libro de jugadas de Trump para no aceptar una derrota electoral, y punto.

Donald Trump y sus seguidores tras haber fracasado en su intento de convencer a los secretarios de Estado de Arizona, Georgia y otros lugares para que cambien los resultados y certifiquen una falsa victoria de Trump en 2020, se están centrando ahora en colocar a nuevos secretarios de Estado, un funcionario clave, encargado de organizar las elecciones en cada estado y, de manera crucial, certificar los resultados electorales.